Corrían los años 50 del pasado siglo, cuando cinco jóvenes de Llamas de la Ribera comenzaron su andadura en el mundo de las incipientes orquestas musicales. Lo que había empezado como una simple afición de juventud, pasó a convertirse, en poco tiempo, en un modo de diversión y en una forma pionera de entretenimiento popular en la Ribera del Órbigo, LAS ORQUESTINAS de León.
Luis (Luis Álvarez Coello), Ezequiel (Ezequiel Palomo), Manolo “Pilarín” (Manuel García Canseco), Paulino “Rojín” (Paulino Álvarez) e Ildefonso (Ildefonso Pérez García), aportaron la primera letra del nombre de cada uno, para crear el de la orquesta que fuera la pionera de las que por estas tierras se dedicaron a amenizar y poner banda sonora a las fiestas y romerías, a los bailes de boda y a las verbenas de la Ribera del Órbigo, la ORQUESTA LEMPI.
Nacidos en la década de los ´30, aficionados desde jóvenes a la música, fue don Fernando, el párroco de Llamas, quien les animó a acudir a León a recibir clases de música, gracias a las cuales pudieron obtener el carnet que les habilitaba para dedicarse de forma oficial a correr las tierras leonesas con sus instrumentos. En poco tiempo, acudiendo a la “Escuela de Música” de León, fue Odón Alonso “padre”, quien les haría entrega del “Título de músico”, siendo la primera orquesta de la zona que se conoce, marcando el sendero de otras muchas que en aquella época fueron.
Luis y Ezequiel al saxofón, Manolo a la trompeta, Ildefonso al acordeón y Paulino a la batería, formaban la orquesta. El bombo de la batería anunciaba su nombre, LEMPI y el pueblo del que venían, Llamas de la Ribera. Su uniformado pantalón y camisa blancos, la corbata y su buen hacer fueron la marca propia que les sirvió como carta de presentación y garantía de su éxito en la difícil, pero tan satisfactoria tarea de divertir a las gentes de los pueblos que les llamaban para sus fiestas. Con el pasar de los años, Paulino marchó a Bilbao y pasó a formar parte de la formación musical Manolo Rey (Manuel Rey Canseco), que cogió el relevo de la batería con el mismo impulso que su predecesor.

Siguieron marcando durante años el compás de los bailes vespertinos con un extenso repertorio de pasodobles, valses, tangos como el aplaudidísimo “La comparsita”, boleros y por supuesto, sin dejar de lado alguna que otra jota, tan del gusto en toda la contornada. Así, siguieron con gran éxito durante años hasta que, obligaciones laborales, desencadenaron la disolución de la orquesta. Con el instrumento bajo el brazo y una maleta, Ezequiel y Manolo “Pilarín” se trasladaron a Madrid en busca de nuevos horizontes, consiguiendo amueblar las vidas de muchos convecinos, pero sin olvidar nunca su tierra natal y su querida orquesta. De hecho, en cada visita al pueblo en fiestas señaladas como Semana Santa, Nuestra Señora o Santa Catalina, siguieron durante años amenizando bailes, pasacalles y verbenas.
Pasado el tiempo y con la llegada de nuevos formatos musicales, los bailes y las fiestas cambiaron de ritmo y gustos, LEMPI dejó de sonar, pero sus acordes y ritmos de antaño siguen resonando en las memorias de los vecinos que disfrutaron de ellos, su recuerdo y las vivencias de aquellos tiempos, son parte ya de todos y nos siguen impulsando a bailar al ritmo de aquel tango que decía:
Si supieras
Que aun dentro de mi alma
Conservo aquel cariño
Que tuve para ti
Quién sabe si supieras
Que nunca te he olvidado
Volviendo a tu pasado
Te acordaras de mi…

Agradecidos a nuestra informante Isabel García Jañez (hija de Manolo “Pilarín”)